Tema: La entrada gloriosa que conduce a la cruz.
- Introducción
Bienvenidos a 40 días de gracia. Hoy iniciamos la Semana Santa con el Domingo de Ramos y culmina la Cuaresma. Jesús entra triunfalmente en Jerusalén; sin embargo, esta misma ciudad que hoy lo aclama, pronto lo rechazará. Nos preguntamos: ¿Cómo respondemos a este rey que desafía nuestras expectativas? ¿Lo seguimos solo en la alegría o también en la cruz? Acompáñanos en esta reflexión sobre la humildad y el verdadero triunfo
- Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y muriera en la cruz para darnos ejemplo de humildad. Concédenos seguir sus pasos para que, con Él, podamos participar de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
- Reflexión del Evangelio
«Cuando ya se acercaba la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos comenzó a alabar a Dios con alegría, diciendo: ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’» (Lc 19,37-38).
Jesús, montado en un asno, entra en Jerusalén, cumpliendo la profecía. La multitud lo aclama con palmas y alabanzas, reconociéndolo como el Mesías. Los fariseos, perturbados, le piden que calle a la multitud, pero Jesús responde que si ellos callaran, las piedras clamarían.
En un mundo donde el poder y la ostentación son valorados, la humildad de Jesús nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado del servicio. Vivimos en tiempos donde la coherencia se debilita. Celebramos valores como la justicia y la paz, pero cuando nos cuestan sacrificios, miramos hacia otro lado. Jesús no es un rey de aplausos pasajeros, sino del amor que exige fidelidad.
San Agustín nos advierte: «Muchos tienen a Cristo en los labios, pero no en el corazón». Hoy, Jesús entra nuevamente en nuestra vida. ¿Lo recibimos con sinceridad o solo cuando nos conviene? ¿Estamos dispuestos a seguirlo hasta la cruz o nos apartamos cuando el camino se hace difícil? Jesús nos invita a una fe que se manifiesta en la humildad y el servicio.
- Propósitos
Hoy comenzamos la Semana Santa, el tiempo más sagrado del año. Es un momento para renovar nuestra fe y nuestro compromiso con Cristo:
- Reflexiona sobre tu fidelidad a Jesús: ¿Lo sigues en todo momento o solo cuando es fácil?
- Haz un acto de humildad y servicio imitando a Jesús, como ayudar a alguien que lo necesita; hazlo sin esperar nada a cambio.
- Alaba a Dios y participa activamente en los oficios de Semana Santa para vivir este tiempo con profundidad.
Hermanos: Sigamos a Cristo con un corazón sincero, sin miedo a la cruz. Anímate a compartir estos propósitos con alguien más y a acompañarse mutuamente en este camino.
- Oración final
«¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!» (Lc 19,38).
Amado Jesús: hoy te aclamamos como Rey y Salvador. Señor te pedimos que nos des la gracia de recibirte con humildad y de vivir como verdaderos discípulos. Ayúdanos a ser testigos de tu amor y misericordia en el mundo. Que nuestra vida proclame tu amor, incluso cuando el mundo guarde silencio. Amén.
- Cierre
«Si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40).
Hoy hemos reflexionado sobre la entrada triunfal de Jesús y la importancia de la humildad. ¿Estás dispuesto a reconocer a Jesús como tu rey y a seguir su ejemplo de servicio?
Hoy, con el inicio de la Semana Santa, hemos culminado la Cuaresma.