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Tema: La gracia florece cuando la humildad encuentra a Dios.

 

  1. Introducción

Bienvenidos a 40 días de gracia. Hoy, el Señor nos llama a acercarnos a Él con un corazón sincero y contrito. No se trata de palabras altisonantes ni méritos acumulados, sino de un encuentro real con la misericordia divina. Descubramos juntos cómo la humildad abre las puertas del cielo.

 

  1. Oración inicial

Llenos de alegría, al celebrar un año más la Cuaresma, te pedimos, Señor, al unirnos a los sacramentos pascuales, que gocemos plenamente de su eficacia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

  1. Reflexión del Evangelio

«Oh, Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador» (Lc 18,14).

Jesús nos presenta dos actitudes en la oración: la soberbia del fariseo, que se jacta de sus méritos, y la humildad del publicano, que reconoce su pecado y pide perdón. El primero se vanagloria de sus obras, confiando en sí mismo, mientras que el segundo reconoce su pequeñez ante Dios. Y es este último quien regresa a casa justificado.

En tiempos de Jesús, los fariseos eran modelos de piedad externa, pero muchas veces caían en la trampa del orgullo espiritual. San Agustín nos recuerda que la humildad es el fundamento de la verdadera relación con Dios.

San Juan Crisóstomo nos dice: «¿Queréis que os indique el camino de la conversión? Son numerosos, variados y diferentes, pero todos conducen al cielo. El primer camino de la conversión es aborrecer nuestros pecados… El segundo camino es no guardar rencor a nuestros enemigos… El tercero es la oración ferviente y atenta desde el fondo del corazón… El cuarto camino es la limosna, tiene un poder considerable e indecible … Luego, la modestia y la humildad no son medios menores para destruir el pecado desde la raíz… ¡No te quedes inactivo, sino avanza cada día por estos caminos! Son fáciles, y a pesar de tus pecados puedes ir por ellos».

Hermanos: ¿Cuántas veces nos hemos comparado con los demás, buscando sentirnos superiores? ¿Estamos dispuestos a reconocer nuestras faltas y a pedir la misericordia de Dios? Jesús nos invita a dejar de lado la arrogancia y a acercarnos a él con un corazón humilde y sincero.

 

  1. Propósitos

Hoy Jesús nos enseña que la verdadera oración brota de un corazón humilde. En este día, te invito a cultivar la humildad y la sinceridad en tu vida espiritual:

  • Examina tu conciencia: Reflexiona sobre tus actitudes y acciones, identifica tus pecados y debilidades.
  • Ora con humildad, reconociendo tu dependencia de Dios y pídele perdón por tus pecados acudiendo al sacramento de la penitencia.
  • Evita compararte con los demás y concéntrate en tu propio camino de crecimiento espiritual.

Cada gesto de humildad nos acerca más a Dios. Anímate a compartir estos propósitos con alguien más y acompáñense mutuamente en este camino.

 

  1. Oración final

«Misericordia Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado» (Salmo 50,3-4).

Señor, enséñanos a orar con un corazón humilde y sincero. Líbranos del orgullo que nos impide ver nuestra necesidad de Ti. Que en esta Cuaresma podamos presentarnos ante Ti como verdaderos hijos, confiando en tu misericordia. Danos la gracia de una oración auténtica, que transforme nuestra vida y nos acerque más a Ti. Amén.

 

  1. Cierre

«Oh, Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador» (Lc 18,14).

La humildad es la llave que abre la puerta del corazón de Dios. Hoy es el día para acercarte a Él con sinceridad.

Nos vemos mañana en 40 días de gracia.