Tema: «Antes que Abrahán existiera, yo soy».
- Introducción
Bienvenidos a 40 días de gracia. Hoy, Jesús nos revela su eternidad y su conexión con el Padre. ¿Estamos dispuestos a aceptar esta verdad y a vivir en la esperanza de la vida eterna? Acompáñanos en esta reflexión sobre la eternidad de Jesús.
- Oración inicial
Escucha nuestras súplicas, Señor, y protege con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia, para que, limpios de las manchas de los pecados, perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
- Reflexión del Evangelio
«En verdad, en verdad les digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre» (Jn 8,51).
Jesús revela su identidad de una manera que escandaliza a los fariseos. Se proclama eterno, el «Yo Soy» que habló a Moisés en la zarza ardiente (Éx 3,14). Ante esto, sus adversarios no pueden aceptar su divinidad y quieren apedrearlo.
Los Padres de la Iglesia vieron en este pasaje la proclamación más clara de la divinidad de Cristo. San Agustín nos dice que, al afirmar «Yo Soy», Jesús no solo proclama su eternidad, sino también su poder para dar vida eterna. San Ireneo señala que guardar la palabra de Cristo no es solo escucharla, sino vivir conforme a ella.
Hoy, como en su tiempo, muchos rechazan a Jesús porque desafía nuestras seguridades y nos llama a confiar en Él, más allá de lo visible. La humanidad busca aferrarse a seguridades pasajeras; sin embargo, el corazón humano sigue sediento de algo más profundo, de una verdad que trascienda lo fugaz del tiempo.
Por ello, este pasaje nos interpela: ¿en qué ponemos nuestra confianza? Jesús nos invita a creer en su palabra, que no solo consuela, sino que transforma y da vida. ¿Cómo acoges su palabra en tu vida diaria? ¿Dejas que ella ilumine tus decisiones y transforme tu corazón?
- Propósitos
Jesús nos llama a confiar en su palabra, a acoger su verdad y a vivir en comunión con Él. Hoy podemos hacer de esta enseñanza algo concreto en nuestra vida:
- Reflexiona sobre la eternidad de Jesús y sobre cómo esta verdad transforma tu vida.
- Lee, medita y practica la Palabra de Dios, y cultiva la esperanza en la vida eterna.
- Haz un acto de confianza en Dios, entregándole en oración aquello que te preocupa o te llena de temor.
Dios nos llama a una vida nueva en su amor. Anímate a compartir estos propósitos con alguien más y acompáñense mutuamente en este camino.
- Oración final
«Lo que nos da paz en los momentos más oscuros de la vida es la esperanza. La esperanza no defrauda, está siempre ahí: silenciosa, humilde, pero fuerte» (Papa Francisco).
Señor, tu palabra es vida y verdad. Ayúdanos a confiar en ti sin reservas, a vivir con un corazón firme en tu amor. Que en esta Cuaresma podamos reconocer en ti al Dios eterno, al que nos llama a la plenitud. Que nuestra fe no tambalee ante la duda, sino que crezca con cada paso hacia ti. Amén.
- Cierre
«En verdad, en verdad les digo: antes que Abrahán existiera, yo soy» (Jn 8,59).
Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Hoy hemos reflexionado sobre la eternidad de Jesús y la esperanza de la vida eterna. ¿Estás dispuesto a aceptar esta verdad y a vivir en la esperanza de su promesa?
Nos vemos mañana en 40 días de gracia.